Amor, aquí te espero, estoy aquí... junto a esas amables señoras que me recuerdan cariñosa y constantemente que se me está pasando el arroz al estilo del conejo blanco del país de las maravillas. A mi no me importa demasiado, pero a los que piensan que la vida está marcada por un reloj biológico y sienten ya ir con retraso, los ponen francamente nerviosos.
Delante de mi verás a un montón de personas que sufren “la mirada del seleccionador de recursos humanos” (nota mental: usaré esta expresión recién acuñada cuando escriba libros de texto de la Uned, y será pregunta de examen segura). Ellos rellenan mentalmente una ficha a la velocidad de la luz cada vez que conocen a alguien sopesando la conveniencia de tenerlo como pareja, podrás pasar rápidamente entre los que te descarten, ya que al no servirles para su único fin no perderán el tiempo en hablar siquiera contigo, pero ten cuidado con los que si te consideren como un candidato aceptable ya que intentarán a toda costa reclutarte, te dirán que tienes el perfil ideal para ser su amado. Curiosos estos tipos, pues aunque han convertido el amor en una suerte de ciencia estadística mezclando combinatoria y probabilidad y despojándolo de todo sentimiento (por ser poco científicos estos, digo yo...), no se les puede acusar de no intentarlo, no como los que están detrás de mi, los resentidos.
Los resentidos han decidido no volver a sufrir más. Algunos, lo hacen evitando tener relaciones nuevas, otros las tienen, pero sin entregarse, sin poner todo el corazón. Yo pienso que, si te lo tienen que pisotear, poco va a cambiar las cosas que lo tengas envuelto en cuarenta capas de film transparente, pero allá ellos y sus ridículas precauciones antisufrimiento...
Un poco más lejos alcanzo a ver también a los del departamento de marketing y escaparatismo, puedes pasar entre ellos tranquilamente amor, están tan afanados en procurarse una buena carrocería y un bonito envoltorio para tratar de venderla que seguro que no te reconocen, no eres uno de ellos.
El caso es que aquí hay un montón de gente y como recién llegada que soy al sitio de los que están sin amor, no paran de pedirme que me defina, que me posicione, y la verdad, no tengo ni idea de donde ponerme.
Si, ya se que hay muchos colectivos para elegir, que ya me podría identificar con alguno, pero es que todos ellos tienen un denominador común: el miedo. Todas estas reivindicaciones no son más que miedo en sus distintas variedades, miedo a la soledad, a sufrir, a equivocarse, a malgastar la vida, a crecer, a no cumplir las expectativas que otros tienen puestas en nosotros, al rechazo, a romper las convenciones sociales, a perder la comodidad... podría seguir eternamente porque aquí hay miedos de todos los colores, pero si no te importa, pues yo te espero aquí mismo: donde esté cuando tu llegues...
Igual sería mas fácil para ti encontrarme si te esperara quieta en algún sitio concreto, pero es que ahora mismo no tengo miedos tan fuertes que puedan tomar decisiones por mi... si acaso me siento algo más cercana a los desencantados, pero solo algunos días, ellos están ahí en la barrera, comentando lo mal que esta el patio y ¡razón no les falta! pero solo algunos días porque otros pienso que al fin y al cabo, solo tengo que encontrar un amor y no veinte mil quinientos diecinueve, y es que amor, aunque a veces tenga algunos días de tristeza, ni siquiera tengo miedo a no encontrarte, a que no me encuentres, a vivir sin ti.
A si que, amor, perdoname que no te busque como una loca. Yo voy a ir haciendo mis cosas mientras nos vamos acercando. Se que algún día, tal vez cuando menos lo espere, llegarás.